Scroll Top

Plátano malayo

Se trata de una de las plantas de cultivo más antiguas cuyo cuidado exige mucho trabajo y dedicación. De ella se pueden aprovechar tanto los frutos como las hojas y el tallo. Requiere de mucha agua y de un suelo rico en nutrientes.

En Tenerife esta condición se logra colocando un manto de pinocha y cisco de retama de unos 50 cm de grosor alrededor de la planta. Además, sus hojas caídas contribuyen a la formación de humus en la platanera. La variedad Cavendish sólo alcanza los 2 ó 3 metros de altura y presenta hojas cortas y anchas.

Esta planta florece y echa fruto una sola vez. Una vez que se ha recolectado el fruto la planta madre muere, se tala y se sustituye por el retoño más fuerte (se quitan los retoños sobrantes), de manera que el cultivo es continuo.

La constitución de la flor es muy interesante. Las verdaderas flores están tapadas por brácteas rojizas. El primer tercio de la inflorescencia contiene las flores femeninas; el segundo, las bisexuales; y el tercero, las masculinas. Para el desarrollo del fruto, no es necesaria la fertilización. Cuando la piña de plátanos alcanza el tamaño deseado, se recorta la flor de cada uno de los plátanos sin madurar, de manera que no se acumule demasiada humedad, lo que dañaría la fruta. Normalmente la piña se apoya en un palo y las plantas se atan unas a otras con un alambre para evitar que el viento las tumbe.

La piña de plátanos pesa unos 30 kg y se recolecta cuando está verde ya que cuando está madura es muy delicada. Según la temperatura, la fruta madura a las 4 semanas y aparecen en la piel motas marrones. El plátano canario es más pequeño que el suramericano importado, pero es más aromático.

En los útlimos años el cultivo del plátano ha perdido rentabilidad y se ha ido sustituyendo por el de otras frutas subtropicales como el kiwi, la piña, el aguacate, el mango o la papaya.